Eternal Dungeons
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Mensaje por Twentynine Vie Mar 24, 2017 6:15 pm

Ambientación
Tiempo atrás, en un tiempo tan antiguo que los historiadores de hoy día considerarían imposible que haya sucedido, existió una tierra en el centro de todo el mundo, en aquella tierra los dioses descendieron del mismo cielo para bendecir a los mortales y otorgarles el falna, un poder único que solo un dios podía otorgar, y con este vencer a las monstruosidades que salían de lo profundo de un único lugar.

Una torre se alzaba en el centro de aquellas tierras, de allí salían las bestias, monstruos y seres repulsivos que desafiaban todas las leyes del mundo y destruían toda vida a su paso. Nadie sabe realmente que paso con aquel lugar y a día de hoy las pruebas jamás fueron suficientes para demostrar si realmente existió o no, tan solo historias fueron encontradas por los alrededores del mundo, pequeños guiños que parecen apuntar a tal lugar, pero la tecnología de hoy día fácilmente puede demostrar que allí nunca hubo nada habitable, o eso creían.

En cuanto al resto del mundo, bueno eso es tal como siempre lo conocimos, o lo era, hasta hace ocho meses. La magia, los monstruos los dioses, todo era ciega fe o simple superstición o cuento para niños, nada de eso existía, la sociedad se sustentaba a base de tecnología y era liderada por la política, aunque eran tiempos pacíficos, eso claramente cambio, como muchas otras cosas cambiaran con el paso del tiempo.

Hace nueve meses fue el primer cambio, lo que todos consideraban imposible e irreal sucedió, la misma  tierra se abrió, la isla fue lo primero, un pedazo de tierra se elevó de la misma nada en el centro del mundo, dejando ver restos de una antigua civilización hundida miles de años atrás, y de la misma isla las bestias salieron. Monstruos, seres simplemente invencibles para el hombre común.

El ejercito de cada nación busco defender su territorio, se crearon muchas teorías, algunos llegaron a considerar que era ingeniería genética de estados unidos buscando dominar el mundo trayendo luego una solución, pero la solución jamás apareció, las bestias arrasaban con todo y a duras penas los explosivos más fuertes podían derrotar y solo a las más débiles y pequeñas, el mundo estaba en un caos absoluto, y aquello era solo el comienzo.

Al principio eran bestias voladoras o anfibias, saliendo de las islas y llegando a las costas, atacaban más que nada las zonas más cercanas a la costa y a aquella isla central, mas quince días después de aquel suceso comenzaron a abrirse agujeros a lo largo de todo el mundo, decenas de ellos, simples agujeros en la tierra formados repentinamente sin ninguna razón aparente, su interior pareciendo una estructura compleja y jamás antes vista que cambiaba constantemente, pero lo peor de eso, fue que las mismas paredes de aquellos agujeros generaban bestias infinitamente.

Como podrán imaginar, el problema ya había llegado a una escala imposible de arreglar,  sin importar las fortificaciones que se creasen alrededor de esos agujeros, nada duraba, todo era destruido y nada podía hacerle frente a aquellas bestias, la victoria seria suya, muchos científicos y genios habían predicho que con la velocidad a la que crecían y nacían, en menos de seis meses la tierra estaría plagada de ellos y ningún humano podría sobrevivir, pero algo cambio, algo sucedió, algo que nadie jamás pudo prever, los dioses descendieron a la tierra… otra vez.

Dioses de todas las culturas descendieron de los cielos a sus respectivos continentes y naciones, allí donde alguna vez fueron adorados o aun lo eran, ofreciendo a la gente el poder para salvarse a sí mismos, el poder del falna, una bendición divina que solo ellos podían otorgar y que les permitiría a todos ganar la fuerza para vencer lo invencible. Como podrán imaginar nadie les creyó en un comienzo, pero los pocos que lo hicieron demostraron la veracidad en las palabras de los dioses.

Antes simples humanos, ahora algo mucho más, algunos se consideraban héroes, otros simplemente aventureros, algunos solo lo hacían por dinero, mercenarios, sea lo que fuere, estos humanos podían hacer cosas que nadie más podía, un solo golpe suyo podía partir en dos a las bestias que a duras penas misiles de cazas especiales lograban asesinar, algunos incluso podían producir milagros imposibles, magia, y resistir golpes que destruían incluso tanques del ejército, todo eso era posible gracias a las bendiciones de los dioses… Como podrán imaginar, fueron recibidos como héroes, la salvación, quizá no por todos, pero al menos por la mayoría del mundo.

Han pasado varios meses ya, los dioses se han establecido en este mundo, se han creado protecciones mágicas que prohíben o inhiben a las bestias de salir de sus agujeros, los ingleses las apodaron dungeons, como si de un simple juego se tratase, pero la realidad era distinta, eran más pequeños infiernos que otra cosa.

Más las protecciones tenían un límite, bestias aun rondaban la tierra, mucho más poderosas que otras e incapaces de ser derrotadas aun por los héroes recién bendecidos por los dioses, a duras penas alejadas de las zonas más pobladas por el ejército y algunos pocos magos que lograban producirle suficiente daño para que se alejen, y aquellos agujeros, digamos que las bestias seguían intentando salir.

La obligación de los aventureros, como los dioses acostumbraron a llamarlos tiempo atras, era entrar de manera seguida a las dungeons que se habían abierto a lo largo de todo el mundo y destruir la mayor cantidad de bestias posible para que estas se mantengan en un numero bajo y no puedan salir de allí y provocar lo mismo que habían provocado en un comienzo, mas esto era claramente mucho más complicado de lo que aparentaba.

Las bestias también traían consigo un cambio drástico, al morir extrañas piedras mágicas eran soltadas por las mismas como si su misma alma fuese aquel objeto, ciertos aventureros podían usar estas piedras para toda clase de cosas, principalmente crear armas y armaduras que pudiesen soportar los ataques de aquellas bestias monstruosas, encantar objetos y en general crear cosas mágicas que antes hubiesen sido imposibles, objetos que podían mejorar la calidad de vida de la gente normal.

El mundo extrañamente continuo funcionando de manera muy similar a como lo venía haciendo, pero algunos cambios se fueron generando, cambios drásticos dirán algunos, la existencia de los Dioses, de los aventureros como los únicos con capacidad de destruir monstruos, de la magia y los objetos mágicos creados a base de esta, empresas enteras surgieron en meses alrededor de todo esto, y aunque los países seguían gobernados por la política, mucha gente comenzaba a ver a los Dioses como lo que eran, seres superiores en todo sentido, merecedores solo ellos de liderar por encima del hombre.

Los conflictos reales apenas habían comenzado, hasta ahora los Dioses y sus aventureros no eran más que simples familias, pequeñas y de poco poder, pero cualquiera que tuviese la más mínima intención de sobrevivir en aquel mundo, de protegerlo con su vida y evitar que otra masacre fuese provocada como la del primer mes antes de la llegada de los dioses, abandonaría su vida entera solo para convertirse en un aventurero, los cambios cada vez serían más grandes y era difícil o casi imposible prever los conflictos que todos esos cambios generarían, después de todo, no todos los dioses de las mitologías eran buenos… y la  gente… las personas, la ambición humana, siempre fue uno de los mayores peligros de todos.

En esta nueva era conflictiva que acaba de comenzar, donde los dioses descendieron sobre la tierra, donde monstruos buscan salir del centro del mundo con la única intención de erradicar toda vida en el planeta, donde seres humanos podrán probar por primera vez en miles de años la magia y un poder inalcanzable creado para destruir a aquellas bestias infernales… ¿Que serás tú? ¿Acaso un dios benévolo? ¿Un dios malvado? ¿Una simple persona buscando continuar su vida común? ¿Un héroe? ¿O un villano?

Aclaración Importante:
Twentynine
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